Resulta que al ser humano no solo lo sacia el alimento (comer animales exóticos, extraídos de su vida natural de las formas mas inhumanas) sino que también necesita tener lujos y hobbies inexplicables para sentirse parte de una élite o personas interesantes y con poder adquisitivo: optan por tener animales silvestres de mascotas, sin conocer el trasfondo de esta situación.
Primero definamos que son los animales silvestres: son animales que nacen y se desarrollan en la naturaleza, de manera salvaje y sin domesticación o sin formar parte de una civilización, es decir, no necesitan de la interferencia humana para subsistir; a diferencia de las mascotas o animales domésticos, que son aquellos que han evolucionado a la par y con ayuda de los seres humanos con el fin de obtener, en la mayoría de los casos, compañía o facilitar trabajos de fuerza (con caballos, búfalos, etc.).
A pesar de ser esta información conocida por la mayoría de las personas conscientes, el tráfico de animales silvestres se ha convertido en una práctica muy común, para satisfacer necesidades innecesarias.
Es importante aclarar que, en la mayoría de los casos, estas especies silvestres no se reproducen en cautiverio, entonces para poder acceder a ellas es necesario ingresar a sus hábitats naturales y quitarles a los padres, de la forma más violenta que puedan imaginarlo, a sus crias, llegando inclusive hasta la muerte de gran cantidad de ejemplares adultos, porque como buenos padres intentan defender a sus crias, sin tener las mínimas posibilidades de lograr una victoria.
Las crias, después de sufrir el trauma de la separación de sus padres y de tener que salir del hábitat que conocen y en el único que saben sobrevivir, deben sufrir una tortura aun mayor: el transporte.