CONTINUANDO CON LA TRÁGICA HISTORIA.....
La policía de Zanesville pidió ayuda. Rápidamente comandos adscritos a pueblos vecinos se pusieron a disposición. La policía estatal de carreteras actuó de manera inmediata: acordonó un gran perímetro de la zona rural y cerró todas las carreteras. Letreros electrónicos con mensajes como estos se colocaron en las vías: “Peligro: animales salvajes sueltos”, “Permanezca entre su vehiculo”.
Simultáneamente la policía emprendió otra acción importante: advertir del peligro a todos y cada uno de los habitantes de la zona rural. La tarea no es fácil: en la zona, las casas y granjas están bastante separadas entre sí. Velozmente se organizó una red de comunicación para transmitir la siguiente orden: todo el mundo debe permanecer entre las casas con puertas y ventanas cerradas; los padres deben asegurarse que sus hijos estén con ellos; las mascotas y los animales domésticos deben ser resguardados. Cualquier movimiento extraño debe ser comunicado al 911, la línea nacional de emergencia.
Las autoridades tomaron también otra medida clave: anunciaron que a partir del día siguiente no habría clases en los tres colegios de la zona, hasta nueva orden. La protección de los niños era prioridad fundamental. Intuían que el trabajo de cacería sería largo y difícil. Y así fue. Prácticamente todas las actividades del área de Zanesville se paralizaron por dos días. Ha sido el “toque de queda” mas largo que Zanesville recuerde en toda su historia.
Se inició, entonces, la tarea de dar cacería a los animales. Estaba claro: la orden era matarlos a tiros, sin titubeos. Los hombres de la policía estaban dotados de sofisticadas armas de largo alcance y equipos de visión nocturna. Se tiene a mano un plan que puede facilitar las cosas: un helicóptero dotado de una cámara de imágenes térmicas se unirá a la búsqueda de los animales. La policía se siente esperanzada. Pero las cosas no pueden salir peor: se desata una gran tormenta. La intensa lluvia y los vientos impiden que el helicóptero se una a la búsqueda. Todo tendrá que hacerlo la policía desde tierra.
Entrada la noche llegó a la finca, Marian Thompson, esposa de Terry Thompson, de quien se había separado hace un tiempo. Tan pronto se enteró de la trágica noticia, decidió acudir a lo que había sido su hogar. La muerte de su esposo la descompuso completamente. Si la muerte de un ser querido es de por sí difícil, más lo es en el caso de una muerte trágica como esta. Marian habló con el alguacil Matt Lutz y con lágrimas en los ojos le rogó que no matara a sus “bebes”, como denominaba a sus “mascotas”. Lloraba profundamente, rogaba, no paraba de suplicar, finalmente entró en shock. Tuvieron que llevarla a un hospital cercano para calmarla.
Durante toda la noche del martes la policía persiguió a las bestias. El alguacil contaba ya con un grupo grande de colaboradores. En su ayuda habían acudido el cuerpo de bomberos, fuerzas especiales de emergencia, asesores de la División Estatal de Vida Silvestre y empleados del zoológico privado de Columbus, una población cercana a Zanesville. El personal del zoológico tenía otro plan en mente: se propuso neutralizar a los animales con dardos sedantes. Por su propia cuenta, un par de vecinos intentaron hacer lo mismo.
Como era de esperarse, la cacería se extendió hasta gran parte del miércoles. Al atardecer de ese día, el espectáculo era dantesco. Cuarenta y nueve animales habían sido abatidos: nueve leones machos y ocho hembras, tres pumas, seis osos negros y dos leopardos, un babuino y dos lobos. Sus cadáveres quedaron desparramados por varios kilómetros a la redonda. Un buen número cayó dentro de la misma finca. Un par de animales no murieron bajo el fuego de la policía: un lobo fue accidentalmente atropellado por un automóvil en las carreteras; un caballo y un mono encontraron la muerte en las fauces de los leones. Esto prueba –dijeron las autoridades- que los animales estaban mal alimentados. “Para que un león macho se ponga en el trabajo de cazar, tiene que tener el estomago completamente vacío”, dijo un experto en animales.
Probablemente los 49 animales serán enterrados en la propiedad de Thompson”, declaró un funcionario de la Policía.
Gracias a los dardos sedantes, seis animales pudieron ser capturados vivos: tres leopardos, un oso pardo y dos monos.
Barb Wolfe, una veterinaria del zoológico de Columbus, intentando salvar a los animales de las balas de la policía, le disparó un dardo tranquilizante a un tigre. Pero desafortunadamente el sedante no actuó de inmediato y el animal intentó abalanzarse sobre ella. Por fortuna, el tigre detuvo su marcha, echó hacia atrás y huyó. En su camino de huida un policía le dio muerte al felino de un disparo.
También se salvaron de morir algunos monos, babuinos, cachorros de tigre y de leones que vivían enjaulados dentro del garaje y el sótano de la casa de Thompson. Por fortuna las puertas de estas jaulas no estaban abiertas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario